SEGUN LOS ESPECIALISTAS, LAS
PRESIONES SOCIALES SON GRANDES RESPONSABLES DEL FENOMENO
Se diagnostican cada vez más
fobias en chicos y adolescentes
Antes, síntomas como
taquicardia o ahogos no indicaban una patología precisa.
Hoy, los trastornos de ansiedad se empiezan a detectar a los 14
años y aun más temprano. Tienden a ser crónicos, pero tienen buen
pronóstico.
Hace algunas décadas, cuando
la taquicardia, los mareos, la sensación de ahogo, de pérdida del control
y de muerte inminente se convertían en síntomas inocultables, era
frecuente que, quienes los sufrían, iniciaran una peregrinación por
distintos consultorios, que rara vez desembocaba en un diagnóstico
preciso. Así, transitaban la adolescencia sin un tratamiento adecuado
para los trastornos de ansiedad. Según los expertos en salud mental,
como empezaron a ser entendidos como patologías, los pacientes consultan
antes, y son cada vez más los niños, adolescentes y jóvenes que son
diagnosticados por fobias, crisis de ansiedad y ataques de pánico.
Según Gustavo Bustamante, vicepresidente de la Fundación Fobia Club, ahora
detectan trastornos de ansiedad social a los 14 años, cuando antes era
después de los 20. Y sostiene que los trastornos de pánico se detectaban
cerca de los 30 años y ahora llegan cerca de los 22 y evitan años de
padecimiento: "Antes, cuando aparecía la taquicardia, iban al
cardiólogo sin saber que padecían un trastorno mental. Ahora empezaron a
reconocer las patologías más tempranamente, por eso aumentó el
diagnóstico".
La importancia de la detección temprana radica en que, según un estudio de
Fobia Club entre 3.700 personas, el 67% de los pacientes viene de otros
tratamientos, la mayoría de un diagnóstico erróneo. Y más de la mitad
medicados, cuando a veces no tienen diagnóstico, la patología no lo indica
o requiere otro tratamiento. Se calcula que en el mundo el 28% de la
población sufre algún trastorno de ansiedad. La cifra es similar para la
Argentina. Según este estudio, aquí los trastornos de ansiedad
generalizada subieron, entre los años 2000 y 2007, del 3% al 14% por "la
inseguridad social, la incertidumbre generalizada, la violencia y el
estrés".
Enzo Cascardo, presidente de la Asociación Argentina de Trastornos de
Ansiedad, suma: "Los miedos que antes eran considerados evolutivos e
inseparables de la adolescencia, empezaron a generar la sospecha de algún
tipo de pánico, fobia o ansiedad. La adolescencia es un terreno fértil
para las fobias sociales, porque es cuando la sociedad empieza a esperar
algo de uno".
Rolando Imperiali, director de Libertad sin Miedo y ex docente de la UBA,
explica: "La emergencia de la angustia en esta etapa se debe a la
estructura social de la Argentina. El trabajo y los estudios implican
una demanda desmedida a la que el adolescente no sabe poner límites.
Es ahí cuando falla en su rendimiento y se angustia".
Como crecen las exigencias para no quedar fuera del circuito, la primera
juventud sigue siendo terreno inestable: "Los trastornos aparecen cuando
se empiezan a valorar las circunstancias. Es el caso de los nuevos
profesionales que siendo muy jóvenes tienen personas a cargo en grandes
empresas. Pueden sentir que la situación los sobrepasa, se colman de dudas
y comienzan a preocuparse de no poder sostenerlo", explica Bustamante. Y
agrega: "Aparece una toma de conciencia de la posibilidad de morir, por
eso muchos cuando tienen un hijo empiezan a cuestionarse si podrán estar
siempre. Eso puede llevarlos a extremar sus cuidados personales y hacia
los otros".
Los especialistas hasta empezaron a detectar casos en niños: "El chico no
para, le cuesta adaptarse, tiene insomnio, sueños terroríficos. Solían
confundirse y diagnosticarse como trastornos de hiperactividad o déficit
de atención (ADD) cuando ahora se sabe que lo que tienen son trastornos de
ansiedad y crisis de pánico", dice Mónica Peisajovich, psicóloga
especialista en lactantes y niños. Y explica que es por las presiones
escolares, y usual en quienes deben hacerse cargo de sus hermanos
menores."Ahora estamos más capacitados para detectar crisis de pánico y
distinguir las sutiles diferencias con el ADD", coincide Cascardo.
"Los trastornos de ansiedad tienden a ser crónicos pero tienen buen
pronóstico. En la terapia se les enseña a tolerar la incertidumbre, la
espera y la sensación de tener que controlar todo y a corregir ciertos
hábitos como chequear permanentemente si le pasó algo a alguien", alienta
Bustamante. Un aliento cuando se presume un callejón sin salida.
Gisele Sousa Dias |