3. DISPOSITIVOS INTRAORALES
Son artilugios mecánicos que
aumentan el espacio retrofaríngeo al producir un ligero
adelantamiento mandibular. Los primeros estudios realizados sugieren
que pueden ser útiles en el tratamiento del SAOS leve o moderado.
Sin embargo, en el momento actual su indicación probablemente debe
quedar limitada a enfermos incluidos en ensayos clínicos ó en
protocolos de estudio.
4. TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
Como ya se ha señalado, algunas
anomalías estructurales o anatómicas de la vía aérea superior
requieren un tratamiento quirúrgico. La gastroplastia está indicada
en el tratamiento del SAOS de la obesidad mórbida cuando la CPAP no
es eficaz y la comorbilidad es importante.
El tratamiento quirúrgico del
SAOS no asociado a anomalías específicas de la vía aérea superior es
controvertido. Sus resultados no son fáciles de predecir antes de la
intervención y su utilidad a medio y a largo plazo no es clara. Las
técnicas empleadas son diversas. La traqueostomía es el
procedimiento quirúrgico más eficaz, si bien las consecuencias
psicosociales que acarrea han hecho que su indicación quede
circunscrita a casos graves en los que han fracasado las demás
opciones terapéuticas.
La resección parcial del
paladar (RPP) y la uvulopalatofaringoplastia (UPPP) son actualmente
las técnicas quirúrgicas más usadas por su relativa simplicidad. Se
basan en la extirpación de las amígdalas, las adenoides, la úvula y
los tejidos blandos redundantes de la zona orofaríngea, teóricamente
responsables del colapso inspiratorio del tracto respiratorio
superior que ocurre durante el sueño en el SAOS. La UPPP basa sus
intenciones curativas en la asunción de que los fenómenos
obstructivos del SAOS se producen en la zona velopalatina, lo que no
parece totalmente cierto. Diversos estudios han demostrado que el
colapso nocturno de la vía aérea superior involucra, con diferentes
grados, a todo el tracto respiratorio superior. Quizás por este
motivo la UPPP, que es muy eficaz en el tratamiento del ronquido,
tiene unas tasas de éxito en la eliminación de las apneas
extremadamente variables, que oscilan entre el 0 y el 80%. Los
resultados son, por tanto, difíciles de predecir, por lo que sus
indicaciones deben meditarse detenidamente tras una selección
rigurosa y lo más objetiva posible de los enfermos.
La cirugía de la base de la
lengua mediante técnicas de láser, la osteotomía mandibular con
recolocación genioglosa, las técnicas de suspensión hioidea y los
procedimientos de adelantamiento máxilo-mandibular son otras
posibilidades quirúrgicas, algunas aún en fases iniciales o,
incluso, experimentales. Deben reservarse para casos excepcionales.
5. PRESIÓN POSITIVA CONTINUA
EN LA VIA AÉREA (CPAP)
En el momento actual, el
tratamiento de elección del SAOS se basa en la aplicación
durante el sueño, a través de una mascarilla nasal, de una presión
positiva continua en la vía aérea (CPAP, de “continuous positive
airways pressure”). La CPAP impide el colapso inspiratorio del
tracto respiratorio superior, al actuar como una “férula neumática”
en el interior de la faringe. Consigue que desaparezcan las apneas e
hipopneas, los despertares subconscientes y las desaturaciones. Cada
enfermo precisa un nivel de presión diferente, que debe determinarse
mediante un estudio poligráfico (Fig.6). En caso necesario, algunas
fórmulas clínicas permiten predecir, con cierta precisión, este
nivel. En el mismo sentido, la validez de las denominadas CPAP
automáticas o “inteligentes” no se ha establecido aún con claridad.
El tratamiento es eficaz en la
mayor parte de los enfermos. Se estima, aunque no hay estudios
precisos, que el cumplimiento nocturno mínimo necesario para que la
CPAP sea eficaz debe ser superior a 3,5 horas cada noche. En
realidad, más de un 80% de los pacientes utiliza la CPAP más de 4
horas cada noche.
El coste medio del tratamiento
(alquiler del equipo) se sitúa en torno a las 180.000 pesetas
anuales. Los beneficios derivados de la CPAP se reflejan no sólo en
los recursos sanitarios no consumidos, sino también en un menor
absentismo laboral, una mejor calidad de vida y un descenso en las
tasas de accidentes de tráfico, laborales y domésticos.
Los efectos adversos de la CPAP
son leves y escasos (conjuntivitis, rinitis, erosiones cutáneas
locales).
Las causas de fracaso más
frecuentes están en relación con una intolerancia individual más que
con una falta de efectividad en la evitación de las apneas. En los
enfermos que requieren altas presiones y que toleran mal la CPAP
puede considerarse la utilización de una BiPAP (“bilevel positive
airways pressure”), que en estos casos puede ser útil y mejorar el
cumplimiento.
De acuerdo con las últimas
recomendaciones de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía
de Tórax (SEPAR) el tratamiento con CPAP está indicado en el SAOS
cuando el índice de apnea-hipopnea es superior a 30, siempre y
cuando esté presente, además, alguna de las dos situaciones
siguientes: 1) síntomas secundarios importantes (hipersomnia diurna
en situaciones activas y limitante de las actividades habituales o
episodios repetidos de asfixia nocturna); ó 2) alteraciones
cardiovasculares o vasculocerebrales relevantes o trastornos que
cursen con insuficiencia respiratoria. También está indicada la CPAP,
si bien provisionalmente durante unos meses, hasta que se compruebe
su eficacia, en los enfermos con un índice de apnea-hipopnea
inferior a 30 y que, como en el caso anterior, padecen síntomas
importantes (riesgo cardiovascular o vasculocerebral o insuficiencia
respiratoria), pero siempre que se hayan excluido otras posibles
causas que expliquen los trastornos del sueño y una vez instauradas
todas las medidas generales antes señaladas. En los enfermos
asintomáticos con un índice de apnea-hipopnea superior a 30 la CPAP
probablemente no está indicada.
Ver la BIBLIOGRAFIA en el
hipervínculo.