COHERENCIA DE LA ACTIVIDAD EEG DURANTE EL
SUEÑO NORMAL
La
principal aportación de la técnica de la coherencia al ámbito
clínico radica en la posibilidad de detectar, ante la presencia de
un cuadro patológico, alteraciones en el patrón de interacciones
córticocorticales característico de un estado cerebral concreto.
Para
entender el valor clínico del uso de esta técnica durante el sueño,
es necesario, primero, conocer el patrón de coherencia normal que
caracteriza tanto al período de transición vigiliasueño como a las
diferentes
fases del
sueño. Un resumen detallado de los hallazgos más relevantes
ofrecidos por la literatura en relación con este aspecto puede
consultarse en la tabla I.
Transición vigiliasueño
La
aplicación de la técnica de la coherenciadurante el período de
transición de la vigilia al sueño ha permitido detectar que la caída
de la vigilancia y el estado de somnolencia asociado a este período
conllevan una reorganización importante de las interacciones
córticocorticales que caracterizan el funcionamiento cerebral
durante el estado de vigilia.
Esta
nueva dinámica de funcionamiento cerebral reflejaría la puesta en
marcha de los mecanismos cerebrales involucrados en la transición al
sueño.
Entre los
resultados más relevantes destaca un descenso de las coherencias
interhemisféricas respecto a la vigilia en el rango de beta
(1319,5Hz), especialmente entre áreas frontales.
Este
resultado se ha atribuido a la desconexión progresiva de las
proyecciones córtico-subcorticales responsables del mantenimiento de
la vigilia, lo que suscita el paso de una actividad desincronizada,
propia del estado de vigilia, a otra de menor frecuencia y mayor
amplitud. Otros autores han encontrado, simultáneamente al descenso
de la coherencia en el rango de beta, un incremento de la
sincronización a nivel frontal en delta y theta, lo que indica la
activación de los mecanismos cerebrales propios del sueño. Por el
contrario, los valores de coherencia en estas dos bandas de
frecuencia entre las restantes áreas corticales descendieron al
mismo tiempo que aumentaba su potencia espectral con la entrada en
sueño. Ambos hallazgos podrían ser el reflejo electrofisiológico de
la progresiva activación de numerosas fuentes generadoras
independientes, responsables del patrón de actividad delta/theta que
aparece de forma consistente al comienzo del sueño.
Evidencias experimentales adicionales sobre la modificación del
patrón de conectividad córticocortical con el paso de la vigilia al
sueño se derivan de los estudios de asimetría hemisférica. En ellos
se ha demostrado que, durante la vigilia, la fuerza de las
conexiones intrahemisféricas es mayor en el hemisferio dominante, lo
que conduce a una asimetría interhemisférica que desaparece a medida
que nos adentramos en el sueño, producido posiblemente por un
debilitamiento de las asociaciones entre regiones del hemisferio
dominante. Este incremento de la simetría interhemisférica podría
deberse al progresivo aumento de la implicación de estructuras
subcorticales en la génesis de la actividad EEG relacionada con el
comienzo del sueño, lo que explicaría su aparición de forma
sincronizada por toda la corteza cerebral.
Por
último, un análisis temporal de los valores de coherencia durante el
período de transición de la vigilia al sueño reveló que los valores
obtenidos entre todas las áreas de la superficie cortical en el
rango de alfa mostraron un progresivo descenso a medida que se
avanza en el comienzo del sueño. Por el contrario, la actividad
sigma sufrió un aumento de estas coherencias aproximadamente un
minuto antes de que los husos de sueño pudieran visualizarse en el
EEG. Si se considerara la activación de los mecanismos generadores
de husos de sueño como un criterio importante para establecer el
momento exacto del comienzo del sueño, los resultados obtenidos con
la técnica de la coherencia indicarían que el sueño comienza en un
momento diferente al que se infiere a partir del análisis visual del
EEG.
En
general, de los resultados anteriormente expuestos se extrae que, en
lo que respecta a sujetos adultos sanos, la reorganización de las
asociaciones funcionales entre regiones corticales durante la
transición vigiliasueño conlleva una mayor desincronización de la
actividad beta y el aumento de la sincronización para las bandas
delta y theta sobre áreas frontales; ello reflejaría la
desactivación de los mecanismos mantenedores de la vigilia y la
activación de los sistemas inductores del sueño, respectivamente.
Estos
hallazgos sugieren igualmente que el paso de la vigilia al sueño se
acompaña de una mayor implicación de estructuras subcorticales. Por
último, el aumento generalizado de la coherencia en el rango de
sigma, previamente a la aparición de los primeros husos de sueño,
proporciona un índice electrofisiológico del momento exacto del
comienzo del sueño en sujetos humanos. De acuerdo con este punto, el
análisis de coherencia podría ser muy útil en la detección de
anormalidades en la conectividad córticocortical subyacente a
algunos trastornos que presentan un comienzo del sueño anormal y
entre los cuales el caso más llamativo es el comienzo por fase REM
típico de la narcolepsia.
Sueño no
REM
El sueño
no REM viene definido por la sucesión de diferentes fases que, a
pesar de poseer características electrofisiológicas bien distintas,
no son diferentes en lo que respecta a la configuración topográfica
de relaciones funcionales entre áreas corticales, como podrá
comprobarse a partir de los estudios revisados. Las fases que
conforman el sueño no REM se caracterizan por un incremento
paulatino del nivel de sincronización EEG por toda la superficie del
cuero cabelludo, sobre todo de las bandas más lentas del espectro de
frecuencias, hecho que apunta hacia una pérdida de diferenciación
funcional entre las distintas áreas corticales durante estos estados
cerebrales. Esto último queda patente en el incremento generalizado
de los valores de coherencia durante el sueño no REM cuando este se
compara con el estado de vigilia.
Los husos
de sueño (11,514,5 Hz) constituyen uno de los eventos fásicos más
representativos del sueño no REM. Este microestado cerebral aparece
asociado a un aumento de las coherencias inter-eintrahemisféricas
sobre toda la superficie de la cabeza y sugiere que, más que la
intervención de conexiones córticocorticales, son proyecciones
talámicas las responsables de que se genere actividad sigma de forma
sincronizada en numerosas localizaciones de la superficie cortical.
Dumermuth et al encontraron que los mayores valores de coherencia
ocurrían sobre áreas parietales, temporales y occipitales, entre las
cuales destacaba especialmente un pico de sincronización en el
intervalo de 1214 Hz durante la fase II del sueño, especialmente en
aquellos casos que se consideraron electrodos en regiones
temporales, y para las frecuencias de 1014 Hz en las fases III y IV
entre todas las áreas de la corteza; todo ello constituye una
evidencia objetiva de la presencia de husos de sueño durante las
fases más profundas del sueño no REM en sujetos humanos.
En
relación con la actividad lenta (delta y theta), parece existir un
aumento generalizado de los valores de coherencia asociados
principalmente a los componentes de frecuencia comprendidos entre 1
y 7 Hz. En consonancia con este resultado, Guevara et al detectaron
que el nivel de sincronización interhemisférica durante el sueño no
REM era mayor en el intervalo de 36 Hz que en el estado de vigilia.
Un aspecto de particular interés se extrae del estudio de Achermann
y Borbély, quienes observaron valores máximos de coherencia inter-eintrahemisférica
para las frecuencias más lentas del espectrograma (0,751,5 Hz)
durante el sueño no REM. De acuerdo con estos autores, este hecho
sugiere, al igual que se propuso en relación con los husos de sueño,
la participación de proyecciones talamocorticales en la generación
de las ondas cerebrales ultralentas durante las fases III y IV del
sueño no REM. Por último, la actividad alfa también aumenta su nivel
de sincronización durante el sueño no REM, tanto entre regiones
anteriores y posteriores como entre áreas cerebrales homólogas.
No
obstante, existen claras diferencias regionales en cuanto a la
sincronización interhemisférica de alfa, pues es mayor sobre
regiones anteriores que sobre posteriores. Estos autores sugirieron
que el aumento de la sincronización circunscrito a áreas anteriores
reflejaba la puesta en marcha de mecanismos generadores de una
actividad
alfa diferente al ritmo alfa occipital de vigilia. De hecho, la
descripción mediante técnicas de qEEG de las variantes de actividad
alfa que aparecen en otros estados de activación cerebral diferentes
al de vigilia relajada con ojos cerrados (somnolencia y fase REM) ha
revelado diferentes características electrofisiológicas de dicha
actividad en función del estado cerebral donde aparece
espontáneamente, y se ha sugerido que las implicaciones funcionales
de tales actividades podrían ser diferentes a las del ritmo alfa de
vigilia.
En
resumen, se podría concluir que las fases que componen el sueño no
REM normal muestran un comportamiento similar en lo que se refiere
al patrón de relaciones funcionales entre áreas corticales.
Así,
estos estados cerebrales se caracterizan, en primer lugar, por un
incremento de la sincronización del rango más lento de delta
(0,751,5 Hz) y de los husos de sueño por toda la superficie
cortical, debido, muy probablemente, a la intervención de
proyecciones talamocorticales en su generación, y, en segundo lugar,
por un aumento de la sincronización interhemisférica de las ondas
lentas de mayor frecuencia (36 Hz) (Tabla I). Desde un punto de
vista funcional, la elevada sincronización cortical de la actividad
eléctrica cerebral por toda la superficie de la cabeza en todas las
fases del sueño no REM sugiere un escaso nivel de diferenciación
funcional entre áreas corticales, lo que explicaría el deterioro
importante que sufren las funciones mentales durante estos
macroestados cerebrales.
Sueño REM
El
aspecto desincronizado típico de la fase REM –muy similar, desde el
punto de vista electrofisiológico, al estado de vigilia y a la fase
I del sueño–, la presencia de movimientos oculares rápidos y la
imaginería de diferentes modalidades sensoriales que caracteriza a
la actividad onírica han convertido al sueño REM en un estado
cerebral de gran interés científico. La técnica de la coherencia nos
permite obtener, de forma no invasiva, información que
podría
ser muy útil para diferenciar este estado cerebral de cualquier otro
con características electrofisiológicas semejantes. Además, los
datos de coherencia durante esta fase del sueño han aportado
claridad al debate acerca de si el sueño REM es un estado
caracterizado por la desconexión o por la coordinación entre
hemisferios cerebrales.
En
general, los resultados obtenidos por los diferentes estudios
muestran un incremento de las coherencias interhemisféricas durante
el sueño REM respecto a la vigilia, que afecta a un amplio intervalo
de frecuencias. En primer lugar, la banda delta muestra altos
valores de sincronización entre hemisferios, resultado que es
igualmente observado para la actividad theta, muy especialmente
entre regiones frontales y parietales homólogas
[63].
Asimismo, las frecuencias rápidas que se extienden desde los 15 o 17
Hz hasta los 30 Hz muestran elevados valores de coherencia al
considerar, sobre todo, regiones temporales.
Estos
valores fueron mucho más altos durante REM que durante la fase I del
sueño (excepto para la coherencia interfrontal); esta diferencia
podría facilitar la complicada labor de discriminación entre ambos
estados cerebrales mediante su inclusión en algoritmos de
clasificación automática del sueño EEG. Respecto a las ventajas que
ofrece la coherencia en este sentido, también los valores de
coherencia fronto-occipital e interfrontal de la actividad alfa
espontánea visualmente detectada en el EEG de ambos estados
cerebrales han mostrado ser útiles, y son considerable mente más
bajos durante la fase REM que en la fase I. Por último, Achermann y
Borbély, gracias a la utilización de un intervalo espectral
considerablemente más amplio (hasta 50 Hz), demostraron que la
sincronización interhemisférica durante la fase REM aumentaba
también para frecuencias por encima de los 30 Hz.
Los
autores explicaron este resultado basándose en los hallazgos
previamente obtenidos por Llinàs y Ribary, quienes, mediante
registros magnetoencefalográficos en sujetos humanos, detectaron
oscilaciones gamma
más prominentes durante la fase REM que en las fases III y IV del
sueño no REM.
A partir
de estos resultados (Tabla I), es posible concluir que el sueño REM
se caracteriza por un alto grado de acoplamiento funcional entre
hemisferios en el rango de delta, theta, beta y
gamma,
y que, además, la importante sincronización en el rango de beta y el
decremento de asociación funcional en el rango de alfa podrían
servir para diferenciar a este estado funcional de otros, como la
fase I del sueño con el que mantiene cierta similitud
electrofisiológica. Respecto a las coherencias intrahemisféricas,
los resultados no apuntan diferencias entre el estado de vigilia y
la fase REM, lo cual, según Guevara et al, podría explicar la
preservación de algunas funciones corticales durante esta fase del
sueño. Esta interpretación se ve apoyada por los resultados
obtenidos
recientemente en relación con la función visual durante los períodos
fásicos del sueño REM, en los que se encuentra una atenuación de la
potencia espectral de la actividad alfa en áreas visuales sólo
durante aquellos fragmentos de EEG en los cuales se observaron
movimientos oculares rápidos prominentes, hecho atribuido al intenso
mundo de imágenes visuales característico de los sueños.
Los
principales hallazgos que se extraen a partir de los trabajos
revisados en relación con el sueño normal son, por una parte, que
las coherencias interhemisféricas sufren un aumento importante
durante el sueño en general, lo cual sugiere la ausencia de
diferenciación funcional entre áreas corticales homólogas. Por otra
parte, las coherencias intrahemisféricas sólo se vieron afectadas
durante el sueño no REM, debido, quizás, a que ciertas funciones
corticales propias de la vigilia se eliminan totalmente durante este
estado, mientras que algunas de ellas podrían preservarse durante la
fase REM.
En el
siguiente apartado, y teniendo como referencia el patrón de
conexiones córticocorticales durante el sueño normal, comentaremos
aquellos trastornos en los que los valores de coherencia obtenidos
durante el sueño han mostrado ser un índice electrofisiológico de
utilidad en la evaluación y/o diagnóstico de las alteraciones del
funcionamiento cerebral que los caracterizan.