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La terapia electroconvulsiva (TEC) es uno de los tratamientos que en el campo de
la psiquiatría y probablemente de toda la medicina más juicios de valor y
calificativos ha recibido. Más allá de la polémica y de ya casi 80 años de
historia hoy sigue siendo considerado controvertido pero seguro y eficaz,
longevo y vigente. Es un tratamiento que salva vidas pero aun así su
disponibilidad es variable y desigual a pesar de que su patrón de uso permanece
constante, o en aumento en algunas coordenadas.
Una adecuada formación, entrenamiento y acreditación de los psiquiatras y
también de otros profesionales médicos, en particular anestesiólogos, y de la
enfermería de salud mental, es esencial para dignificar un tratamiento que aun
hoy es estigmatizado y estigmatizante, y garantizar un acceso que puede ser
vital para algunos pacientes. En los últimos años ha habido un claro progreso en
este terreno. Se dispone de formación reglada en distintas comunidades españolas
(actualmente un total de ocho cursos periódicos). Se han implementado guías para
la acreditación de servicios o unidades de TEC que velan por unos adecuados
estándares técnicos, éticos y legislativos. Guías como la NICE, el ECTAS
británico (ECT Accreditation Service), el SEAN escocés (Scottish ECT
Accreditation network) o la reciente guía catalana (Guia de bona pràctica clínica
sobre la teràpia electroconvulsiva) han desarrollado recomendaciones, posicionamientos y
estándares para la práctica y la acreditación del tratamiento y de los
profesionales responsables de la intervención.
La evidencia a nivel español se remonta a los inicios de la década de los 90 con
la primera descripción de la situación en la ciudad de Barcelona. En 1999 se
elaboró el consenso español sobre TEC con
profesionales de diversos ámbitos. El patrón de uso desde entonces se ha ido
normalizando aunque hay ciudadanos que tienen muchas más posibilidades de
recibir el tratamiento según su área geográfica de empadronamiento.
En el estado español solo hay datos publicados de Cataluña que nos informan de
que alrededor de 1.000 personas reciben tratamiento a lo largo de un año. En
estos momentos se está realizando un amplio estudio descriptivo que verá la luz
próximamente. En los Estados Unidos se estima que son unos 100.000 pacientes los
que reciben el tratamiento en el mismo periodo y en todo el mundo alrededor de
1.000.000 de personas lo reciben.
Desde hace años la TEC es un tratamiento reglado y definido con el objetivo de
practicarlo en condiciones estandarizadas y de buena práctica clínica. Las
principales sociedades científicas se han pronunciado en este sentido (APA, RCP,
SEPB, WPA) y en cómo hacer que sea un tratamiento seguro, adecuado y lo más
digno posible. A partir de la primera edición de la guía de la Asociación
Americana de Psiquiatría (APA), en 1990, ya se definieron unos objetivos
concretos y ambiciosos que abarcaban recomendaciones sobre el tratamiento, la
formación, el entrenamiento y la optimización de la TEC.
Este posicionamiento que han realizado las más relevantes organizaciones
psiquiátricas respecto a la TEC no es usual en otros tratamientos. Ha sido
motivado por su pasada aréola de polémica y estigma favoreciendo que hoy sea una
intervención terapéutica reglada y estructurada. Sin embargo hay una alta
variabilidad en su patrón de uso. Distintos factores pueden contribuir a dichas
variaciones como son las creencias desinformadas de los ciudadanos y
profesionales acerca del tratamiento, la falta de consenso sobre su uso, además
de un cierto grado de nihilismo y, porque no decirlo, negligencia por parte de
los propios psiquiatras. Una posible forma de superar los problemas de esta
variable e irregular práctica es promover e instaurar una política de
seguimiento y acreditación de los servicios o unidades de TEC para garantizar su
mejor práctica y seguridad. Consideración aparte merece la posible constitución
de unidades de referencia especializadas en TEC. Es un objetivo irrenunciable
que los pacientes puedan recibir TEC en condiciones óptimas.
Aun hoy la TEC está infrautilizada en muchos entornos psiquiátricos, siendo
especialmente importante y un aspecto a regular que la TEC tenga una
accesibilidad garantizada ante la evidencia no tan solo de que es un tratamiento
eficaz sino electivo en algunos trastornos como la catatonia y diferentes formas
de depresión y esquizofrenia.
Hay asociaciones específicas de la TEC como European Forum For ECT o Association
for Convulsive Therapy con el objetivo, entre muchos otros, de promover la
investigación, combatir el estigma asociado con la TEC y difundir las buenas
prácticas.
Además, en la literatura científica también se está prestando mayor atención a
los aspectos relacionados con la práctica de la TEC, a su contexto psicológico y
en cómo mejorar la percepción de los pacientes respecto al propio tratamiento
para disminuir el estigma asociado y para favorecer a que la TEC se realice bajo
unas condiciones de dignificación. Indagando en este aspecto se ha estudiado si
los pacientes sometidos a la TEC estaban satisfechos con su tratamiento y
mostraban actitudes más favorables sobre la TEC en comparación con los
controles, y se observó que efectivamente mostraban esta respuesta positiva
hacia la TEC.
No obstante, es necesario seguir trabajando para examinar mejor las necesidades
de información y los factores implicados en la toma de decisiones de las
personas a las que se les propone la TEC.
Otro aspecto a tener en cuenta son las poblaciones especiales como los niños,
los adolescentes, las mujeres embarazadas y la población con edad avanzada. La
efectividad y seguridad de la TEC en paidopsiquiatría obtiene unos resultados
similares a la de los adultos. La TEC puede utilizarse durante los tres
trimestres del embarazo y en el posparto con buena respuesta terapéutica,
especialmente en el manejo de la depresión mayor y el trastorno bipolar. En
personas con edad avanzada los datos también son claros acerca de la seguridad
del tratamiento. Así como algunos datos sugieren una disminución en el número de
pacientes jóvenes tratados con TEC, en cambio parece incrementarse el número de
ancianos que reciben el tratamiento, fenómeno que quizás esté asociado con el
progresivo envejecimiento de la población general y la mayor vulnerabilidad de
este sector de la población ante los trastornos afectivos, además de los
informes que sugieren que la TEC es particularmente efectiva en el tratamiento
de la depresión geriátrica.
En otras poblaciones especiales, en este caso no psiquiátricas, como puede ser
el caso de los pacientes con enfermedad de Parkinson avanzada, hay evidencia de
una mejora en algunos parámetros de su enfermedad cuando son tratados con TEC.
También es efectivo en el síndrome neuroléptico maligno.
En cuanto a la investigación existe un considerable incremento de los estudios
realizados en el campo de la genética, la neuroimagen, la neurobiología, los biomarcadores y la investigación neuropsicológica y también psicosocial para
evaluar los efectos en la cognición y en el impacto emocional. Desde todas las
áreas de la neurociencia los datos son concluyentes, la TEC es un tratamiento
seguro y generalmente bien tolerado, sobre el que se ha gestado nueva evidencia
en relación a los mecanismos de acción implicados.
En los últimos años ha aumentado el uso de terapia electroconvulsiva de
mantenimiento. El efecto antidepresivo de la TEC no supone un plus de déficit
cognitivo en estos pacientes a largo plazo, aunque se observa que pueden sufrir
disfunción de la memoria a corto plazo y del funcionalismo frontal. La memoria
declarativa está alterada tras la TEC, mientras que la memoria inmediata está
ampliamente conservada. Se trata de una disfunción cognitiva leve del hemisferio
derecho detectada a partir de una menor capacidad visoespacial en los pacientes
tratados con TEC en comparación con el grupo control.
También en esta área como en otras de la terapéutica psiquiátrica se están
llevando a cabo estudios pragmáticos como los realizados por el Consortium for
Research in Electroconvulsive Therapy. Estos estudios han permitido considerar
la TEC de continuación/mantenimiento como una alternativa terapéutica eficaz
similar al litio y la nortriptilina, contribuir a demostrar la eficiencia de la
colocación bilateral de los electrodos y la utilidad de la TEC tanto en
depresión unipolar como bipolar.
Recientemente ha resurgido el interés científico en la indicación de la TEC en
la esquizofrenia a partir de la constatación de que puede tratarse de una opción
efectiva y segura, en combinación con fármacos, para un grupo concreto de
pacientes con esquizofrenia como son los pacientes con esquizofrenia
refractaria, con catatonia, que sufren conductas suicidas o agresividad así como
aquellos que requieran una rápida mejoría global y la reducción de la
sintomatología aguda.
En cuanto a la perspectiva de la economía de la salud, mediante revisiones
sistemáticas y estudios de modelamiento económico se ha constatado que la TEC
más allá de sus beneficios clínicos es una alternativa coste-efectiva para la
enfermedad depresiva, la esquizofrenia, la catatonia y la manía.
En estos casi 80 años de historia de la TEC son muchas las alternativas
terapéuticas que se han comparado con esta técnica sin que la TEC haya perdido
vigencia. En la actualidad, la TEC se compara con otras terapias físicas como la
estimulación magnética transcraneal y con novedosos tratamientos farmacológicos
como la administración repetida de infusiones endovenosas de clorhidrato de ketamina. La estimulación magnética transcraneal
precisa de más estudios para su incorporación a la práctica clínica y
el tratamiento endovenoso con ketamina, que mejora muy rápido los síntomas
depresivos, necesita demostrar la durabilidad de la respuesta y la seguridad
antes de su implementación en la clínica práctica. Como señala Kellner el
interés y el entusiasmo no deben nublar el juicio clínico; Se debe ofrecer antes
enfoques basados en la evidencia que experimentales. La TEC basada en la
evidencia es una técnica efectiva y eficiente, más efectiva y eficiente que
muchas de las estrategias terapéuticas a las que se les dedica una mayor
atención y presupuesto de investigación. Aun así, más allá de su efectividad y
eficiencia son muchos los retos pendientes que la TEC encuentra en nuestro país
y, probablemente en la mayor parte del mundo: Detectar una posible
infrautilización de la técnica, facilitar el acceso universal de los pacientes a
este tratamiento sin diferencias por razón de ubicación geográfica y asegurar el
cumplimiento de unos estándares mínimos a la hora de indicar y/o aplicar la TEC
para disminuir la variabilidad en la práctica de la TEC. Afrontar estos retos
supone que los profesionales sanitarios estén bien formados, que las unidades de TEC cumplan unos requisitos determinados y que los organismos competentes en
materia de planificación sanitaria sean conocedores de la importancia de esta
técnica para conseguir la remisión sintomática y la recuperación funcional de
muchos pacientes. Las sociedades científicas son fundamentales para alcanzar los
retos planteados y para contribuir a borrar definitivamente el estigma social
que acompaña a esta técnica dignificando un tratamiento, la TEC, avalado
totalmente por la evidencia científica.